Novios abrazados se besan en el jardín

Elisabet+Eduardo

«Sólo sé que es infinito lo que siento» rezaba en la foto pegada en la puerta de la nevera. La foto era una de las de la preboda que habíamos hecho en el Montseny tiempo atrás. Acababa de llegar a casa de los padres de Eduardo y fue el primer detalle que me llamó la atención. Me acompañaba como videógrafo Sergio Bakker, con el que siempre que puedo intento coincidir por la facilidad y compenetración que tenemos mientras trabajamos. Empezamos con los preparativos de Eduardo y las fotos fluyeron solas. Nos hicieron sentir como en casa. Una vez vestidos, ellos saldrían tranquilamente dirección a la parroquia de Santa María de Palau Solita, en Palau de Plegamans, lugar de celebración de la ceremonia.

Nosotros nos desplazamos a casa de la pareja, dónde nos esperaba Elisabet ya peinada y maquillada y a punto para vestirse. En la casa, montadas en distintos marcos, pude ver varias fotos más de la misma sesión. Me comentaron que estaban muy contentos con el resultado de la sesión preboda. Las primeras lágrimas aparecieron en la habitación. Con la llegada de los abuelos y entre los lloros de família y amigos, el padrino entregó del ramo.

Salimos antes que ellos para poder llegar a la iglesia con tiempo suficiente para poder documentar la llegada de los invitados, la espera del novio y la llegada de Eli. Durante la ceremonia un pequeño superhéroe mataba el tiempo como podía mientras la pareja de novios se deshacía en carcajadas provocadas por los nervios.

Una chirigota al salir, besos, abrazos y cojo la moto dirección a Can Ribas de Montbui. Allí nos espera un aperitivo festivo amenizado por el PianoBar, fotos de rigor con el «Si Quiero» de fondo y pasamos salón. Entre congas y risas nos pasa el tiempo volando. Oscurece, los novios abren el baile y pasadas las horas entre música, crepes y gintonics despedimos a la pareja con la sensación de haber hecho un gran trabajo.

 

 

 

 

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